2019/08/14
[Ensayo] Samsung OneWeek: Compartiendo el don de la educación con los niños de Kazajistán

Este artículo se basa en un ensayo original de Eunsung Lee de la División de Comunicaciones Móviles de Samsung Electronics,y ha sido editado por Samsung Newsroom

El pasado febrero, Samsung Electronics anunció su visión para su programa de ciudadanía global: Capacitando a las personas. La compañía ha estado realizando numerosos programas para la educación de jóvenes voluntarios durante una década, y desde el reciente anuncio ha estado reforzando los programas que ofrece con el fin de capacitar a jóvenes ciudadanos de todo el mundo.

Para la iniciativa OneWeek de voluntarios empleados de Samsung, alrededor de 200 empleados de Samsung viajaron a seis países diferentes ─Camboya, Indonesia, Tailandia, Kazajistán, Nepal y Hungría─ para realizar actividades de cooperación en comunidades locales.

Formé parte del segundo equipo de voluntarios que viajó a Kazajistán para visitar un país con un tamaño 27 veces superior a mi Corea natal pero con menos de la mitad de población. Allí, participamos en actividades como enseñar a los niños a usar ordenadores y a programar. Me alegré mucho de tener esta oportunidad ya que, para participar en Samsung OneWeek, los empleados tienen que estar dispuestos a utilizar hasta cinco días de sus vacaciones anuales, aún así la competencia para entrar en el programa fue feroz.

Conociendo la comunidad kazaja

A pesar de la exhaustiva preparación y la constante revisión de nuestros materiales educativos durante el largo viaje hasta Kazajistán, seguíamos inevitablemente nerviosos cuando llegamos y saludamos a los niños a los cuáles íbamos a enseñar como voluntarios.

En una primera instancia, se mostraron prudentes, pero incluso aunque preparamos la mejor forma de presentarnos, ellos se adelantaron rápidamente a darnos una bulliciosa y cálida bienvenida.

A continuación, los alumnos locales nos entretuvieron con canciones y representaciones de danza que nos habían preparado. Nosotros, los miembros de OneWeek proporcionamos aperitivos y juguetes y, rápidamente, nuestro nervioso primer encuentro se había convertido en una fiesta.

Un miembro de nuestro equipo incluso empezó a poner caras graciosas para hacer reír a los niños, y pronto estábamos charlando y divirtiéndonos como si nos conociésemos desde mucho antes que unas pocas horas.

Educación contra todo pronóstico

Tras esta oportunidad de conocer a los niños, nos ocupamos en meternos de lleno en sus vidas cotidianas. En contraste con las horas de llegada a la escuela a las que estábamos acostumbrados en Corea, descubrimos que estos niños kazajos llegaban a la escuela alrededor de las 10 de la mañana.

Para entender perfectamente esta rutina diaria, viajamos en el autobús escolar que sale de su zona, un pueblo cerca de la frontera, a las 6 todas las mañanas. Tras viajar por un camino de arena durante horas para llegar a la zona de Mynjylyk, nos encontramos un barracón militar y controles de guardias, un obstáculo en este recorrido diario que se debe a su proximidad con la frontera. Después de pasar por esta aleccionadora experiencia, por fin nos alegramos de saludar a los niños y acompañarlos en el inicio de su día escolar.

Tecnología para siempre

Cuando llegamos al colegio, comenzaron ya en serio nuestras actividades de voluntariado. Enseñamos a los niños a usar Scratch, una metodología de programación universal. A pesar de la dificultad de la materia, la barrera del lenguaje y la lentitud de progreso resultante, los niños mostraron entusiasmo y gran interés por aprender de principio a fin. Muchas veces, nos vimos expresando mensajes clave solo con lenguaje gestual.

Dado que uno de los medios principales de empleo en esta zona montañosa de Kazajistán es la cría de ganado, también realizamos sesiones educativas de informática para nómadas locales, muchos de los cuáles nunca habían visto un ordenador pero que pusieron tanto entusiasmo y empeño por aprender como habían puesto los niños.

Experiencias con el corazón

El tiempo que pasamos en Kazajistán fue un regalo para todos nosotros, pero sentimos una especial emoción cuando, nuestra estancia con ellos tocaba a su fin, un niño nos trajo de regalo leche de yegua ordeñada a mano. Esa generosidad nos inspiró a volver y a trabajar más en nuestras próximas oportunidades de voluntariado para mostrarles nuestro agradecimiento y compartir con ellos el máximo posible.

Todos los miembros de Samsung OneWeek en el equipo de Kazajistán lo pasaron muy bien compartiendo sus conocimientos en la medida de sus posibilidades y relacionándose con la comunidad local a pesar de los obstáculos. Esperamos que los kazajos que conocimos nos recuerden a los profesores de azul de la misma manera que nosotros nunca olvidaremos los regalos sinceros y experiencias que ellos nos proporcionaron.

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